Museo Taller abre nuevo espacio dedicado a las artes gráficas
Con una sólida colección de herramientas de carpintería, ahora suman imprentas, guillotinas y papeles. Una muestra de Norton Maza ejemplifica el espíritu de este espacio.
Por María Soledad Ramírez R.
El Mercurio, Cultura, Jueves 4 de mayo de 2023
El Museo Taller (Compañía 2784) mira en diagonal al Centro Nave de experimentación artística y en su vereda del frente tiene a la Peluquería Francesa; a algunos metros por calle Compañía también reside el Museo del Sonido. Toda una esquina que genera sinergias positivas para cada uno de estos espacios culturales en Santiago Centro.
El museo llegó allí al comienzo de la pandemia, por lo que recién abrió de manera más consistente en 2021. Son dos casas antiguas refaccionadas y convertidas en “un espacio de memoria y de rescate de oficios, ese es el corazón de este lugar”, señala Marcela Bañados, curadora y directora de contenidos del museo. Este reúne la colección de Francisco Dittborn Baeza y expone unas 800 herramientas para trabajar la madera en seis módulos distribuidos en dos salas. Se avanza de módulo en módulo: cada uno expone una herramienta determinada; “son las que tienes que tener para las etapas de construcción de un proyecto de carpintería”, define Bañados.
“Acá están todas las herramientas disponibles para que tú las abras, las mires; también están estas pantallas donde puedes ver cómo funcionan algunas, cuando la visita no es mediada”, explica la curadora, y también señala códigos QR que llevan hacia un audio con un relato de cada herramienta. La visita termina en un taller moderno, que recrea uno antiguo, en donde los visitantes, adultos o niños, reciben una caja con herramientas y construyen un juguete.
“De alguna manera es como encarnar los procesos y pasarlo por el cuerpo para que tú entiendas bien cómo se corta, se cepilla, etc.”, agrega Bañados.
Este espacio ha sido el corazón del museo desde sus inicios, pero ahora se ha agregado una nueva área para abordar los oficios gráficos. Aunque no está finalizado el guion museográfico de esta nueva sala, la idea es que pueda tener una marcha blanca el Día del Patrimonio, el último fin de semana de mayo, y que esté definitivamente abierto para visitas el próximo semestre.
“Lo que estamos tratando de entender es cómo son los procesos de una publicación”, va hilvanando Marcela Bañados mientras recorre estas salas, que en un estilo de restauración muy respetuoso de lo original conserva en sus murallas los papeles decorativos originales, los quedan una gran belleza al espacio y lo distinguen de los módulos delas herramientas de carpintería.
Hay un lugar para hacer papel y prensarlo, también máquinas propias de la impresión, como guillotinas manuales, troqueladoras, perforadoras, “una máquina de impresión tipográfica, los chivaletes con los tipos móviles, cómo se armaba con las ramas y todo eso, que ya nadie se imagina. Acá están todas las máquinas que se usaban en el pasado”, señala Bañados.
Es un mundo que cuesta reconocer en una época tan digital como la actual y resulta sorprendente como la sala que antecede a esta área de “papeles” y que podría definirse como un “gabinete de curiosidades tecnológicas”. Marcela Bañados cuenta que Francisco Dittborn tiene interés en los mecanismos y procesos en general, por lo que el objetivo de este gabinete “es entender que todo lo que hay acá, que son maquinarias antiguas, hoy día está contenido en un celular”, y muestra máquinas de escribir, teléfonos con discado, radios portátiles, una casetera, una máquina de video y así. “Es un poco la reflexión de cómo la tecnología se ha ido apretando y uno cree que el celular es lo importante y te olvidas de todo el desarrollo tecnológico que había detrás de eso”, explica Bañados.
JUGUETES DE LA MEMORIA
El Museo Taller también ofrece exposiciones temporales relacionadas con su espíritu de memoria y rescate de oficios. Hasta el 30 de junio está abierta la muestra “La necesidad de jugar”, de Norton Maza. Son 14 juguetes restaurados con madera por el artista: un tren, un auto de carreras, un robot o una televisión, entre otros reconocibles objetos infantiles de los 70 y 80.
Se trata de un ejercicio de memoria de Maza sobre sus años de niño viviendo en Francia y Cuba. En la isla fue donde aprendió a hacerse juguetes o arreglar los que se le rompían. “Uno jugaba a juegos colectivos, se jugaba con la lluvia, con el agua, a guata pelá, con un pedacito de palo, en las canaletas de la calle se hacían carreras de barquitos… cosas muy simples pero muy efectivas emocionalmente, colectivamente”, señala. Comenta que fue a través de lo lúdico que llegó a la escultura, cuando se hizo una grúa o un auto, con materiales reciclados. “Esta exposición es recrear el juego en mi cabeza, traer a la memoria la infancia y cómo se aloja el juego en distintas realidades socioculturales”, agrega Norton Maza.
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